«Los frutos del Espíritu son
perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la
gloria eterna» (CIC 1832). Perfecciones que forma en nosotros el Espíritu
Santo.
Con esto entendemos que los frutos del Espíritu Santo no son
algo propio, sino que es algo que el mismo Espíritu Santo forma en nosotros. Y
para que pueda formar estos frutos es necesario dejarlo entrar en nuestra
vida. Es el Espíritu de Dios el que hará germinar desde dentro de nosotros
aquellos frutos (resultados) que provienen de la unión y cercanía que tengamos
con el mismo Dios.
Son frutos y necesitan de tierra fértil
Así pues, para que la semilla de Dios germine en nosotros y dé
frutos en abundancia, es necesario preparar el terreno. Un terreno que se hace
fértil por nuestra voluntad al abrirnos a Dios y dejar que él sea quien actúe y
al mismo tiempo actuar nosotros predisponiendo nuestra vida para el encuentro
con el Señor.
Primicias de la gloria eterna
Dios nos promete el Reino de
los cielos. Muchas veces vemos ese reino lejano, olvidando que el reino ya
empezó y que somos sus ciudadanos. A través de los frutos del Espíritu Santo,
es que podemos experimentar ese gozo que es adelanto de la experiencia de
felicidad plena que tendremos cuando finalmente lleguemos a mirar su
rostro.
1. Amor
(caridad)
«Sin
amor nada soy Señor». Efectivamente sin amor nada
somos, porque el amor viene de Dios mismo y sin Dios, pues eso: nada somos.
Este amor fruto del Espíritu Santo refleja el amor del Padre y del Hijo, un
amor inmenso, incondicional y personal.
2. Alegría
Es el gozo que experimentamos,
fruto de tener a Dios en nuestras vidas. Es ese contento de sabernos suyos y de
estar cerca de Dios. Esa alegría que no nos abandona ni en las situaciones más
extremas, porque Dios vive en nosotros, porque no estamos solos, porque se
quedó con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos.
3. Paz
4. Paciencia
La paciencia es el fruto que nos
permite hacerle frente a la tristeza y al desánimo frente a una situación que
parece no terminar. Cultivar la paciencia sin Dios puede ser una tarea
titánica, pero la presencia del Espíritu en
nuestras vidas hace que esa paciencia brote y podamos enfrentarnos a
situaciones duraderas, incluso permanentes, con confianza y calma.
5. Longanimidad
Sinónimo de perseverancia es esa
fuerza que nos permite realizar un trabajo de larga
duración sin decaer. Tal vez la conquista de una virtud o las propias
vivencias que requieren que no desistamos, que continuemos y si caemos nos
levantemos una y otra vez, como un porfiado, a continuar el camino trazado. Y
por el otro lado a continuar con el bien de un trabajo, de una misión, de
anuncio del reino de Dios que nos ha sido encomendado.
6. Benignidad
El Papa Francisco nos
dijo: «Quien no conoce la ternura de Dios está perdido». La benignidad habla de esa
dulzura y ternura con la que Dios nos trata personalmente y como en presencia
de su Espíritu esta misma ternura brota de nosotros y nos permite relacionarnos
con los demás con esa misma delicadeza, dulzura y ternura, reflejo de Dios.
7. Bondad
El amor de Dios es un amor que
empuja a que salgamos al encuentro. El encuentro con Dios, irremediablemente
nos empuja a salir a encontrarnos con el otro y transmitir lo que nos ha
sido dado. Nos empuja a un trato caritativo, bueno, especialmente con los más
necesitados física y espiritualmente.
8. Mansedumbre
Este fruto hoy en día es poco
valorado. La mansedumbre se opone a la ira y al rencor, nos empuja a tratar siempre
con bondad y ternura a los demás. Nos
hace tratar con dulzura, en las palabras y en las acciones, la prepotencia de
otros.
9. Fidelidad
Es ese
permanecer constante al lado del amado. Buscamos cumplir nuestras
promesas imitando al mismo Dios que cumple sus promesas con nosotros. Mediante
la fidelidad comunicamos seguridad y permanencia, nuestras relaciones
personales se afianzan y permanecen, nuestro amor se hace perdurable.
10. Modestia
Regula la manera conveniente y
apropiada de presentarnos ante los demás. Más allá de la vestimenta (que la
incluye) es mostrarnos a tiempo y destiempo, con respeto, caridad y pureza del
alma. La modestia le huye a lo escandaloso y llama a la
calma, al recogimiento y al respeto, pero
excluyendo lo tosco y mal educado.
11. Templanza
Es ese fruto mediante el cual
conquistamos la propia vida, nos
hacemos dueños y señores de nuestra existencia, modulando nuestros
sentimientos, nuestros apetitos, debilidades, y optando siempre por el bien,
incluso forzándonos a hacerlo.
12. Castidad
Este fruto permite conquistar la victoria sobre los apetitos de la
carne. No se trata de reprimir nada, todo lo contrario, se trata de poder
vivir en libertad y de manera ordenada la propia sexualidad. Sexualidad que tiene que ser movida por el amor y no por el deseo
y la posesión.
«El Espíritu en Pentecostés
impulsa con fuerza a asumir el compromiso de la misión para testimoniar el
Evangelio por los caminos del mundo» (S.S. Benedicto XVI – Audiencia General,
15 de noviembre 2006).
ACTIVIDAD No. 7
Hemos visto los frutos que nos permite alcanzar y disfrutar el Espíritu Santo cuando tenemos el corazón dispuesto a mantener esa comunicación permanente con Dios y en su gracia.
Tu misión es realizar afiche con los frutos del espíritu santo, que incluya los dibujos y su significado.
Cuando hayas terminado tu actividad 7, por favor marcar tu afiche con tu nombre, sacar foto y enviar al correo de la profesora luzjeanethe@gmail.com
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